Juan Pablo II prosigue las orientaciones del Concilio

PRIMERA PARTE

El Papa de la transformación

CAPÍTULO III

Juan Pablo II y el Vaticano II

Juan Pablo II prosigue las orientaciones del Concilio

Pablo VI no efectuó la deseada vuelta a la Tradición y Juan Pablo II continúa por el mismo camino y, aunque ha testimoniado alguna vez los efec­tos de la crisis, jamás ha puesto en duda el Concilio, incluso en su libro inten­taba demostrar que el Concilio goza de una garantía inatacable, acaso hasta la infalibilidad.

«… Cada Concilio es un acto del Magisterio supremo de la Iglesia.

Ahora bien, Magisterio quiere decir enseñanza fundada sobre la autori­dad… lo esencial de su contenido recae sobre cuestiones de fe y de moral… en cierto sentido, los actos de carácter doctrinal realizados por el Magisterio de­ben tener una significación pastoral y por otra parte, los actos pastorales, por su profunda raigambre en la fe y en la moral tienen una significación doctrinal. Todo esto encuentra su extraordinaria confirmación en el Concilio Vatica­no II.» («Aux sources du renouveau», pág. 12).

El profesor Amerio observa atinadamente:

«…más importante que el Concilio real es el Concilio de la opinión. En una época en que las cosas tienen el valor que se les quiere atribuir, el Concilio necesariamente debía convertirse en un fenómeno de opinión.» («lota unum» pág. 63).

Juan Pablo II quiso traducir el Vaticano II en «normas de derecho», pro­mulgando el nuevo código de derecho canónico que entró en vigor en 1983. Con él queda implantada una «nueva eclesiología».

La Iglesia «pueblo de Dios», se dice que «subsiste» en la Iglesia católica. Esto es falso, como lo han recordado los Papas de antes del Concilio. Hay una identidad entre la Iglesia, e Iglesia católica.

La autoridad jerárquica está definida como «servicio»; esto es una dema­gogia que encubre y borra incluso el poder de gobierno, el munus regendi atribuido a la autoridad eclesiástica.

La colegialidad y la comunión llevan consigo una disminución e incluso una destrucción de la autoridad.

En fin, el «falso ecumenismo» por el cual la Iglesia se compromete a respetar el derecho de los ateos a no convertirse.

A pesar de la gravedad de la situación, el Papa se congratula por este nuevo código:

«El nuevo código será un instrumento jurídico y pastoral por el cual los frutos del Concilio podrán adquirir en el futuro más certeza y solidez». (‘La Croix», 8 de diciembre de 1981. Documentation Catholique del 17 de enero de 1982, pág. 90).

Juan Pablo II declara también que el código de 1983 es muy diferente del de 1917. «Estudiar el código es seguir la escuela del Concilio.» («La Croix», 24 de noviembre de 1983).

Ya tenemos a la Revolución codificada y legalizada. Y como si esto no bastara, el Papa reúne, a finales de 1985, un Sínodo extraordinario en honor del Vaticano II. La prensa internacional se hace eco de sus intenciones: «Los responsables del Sínodo rechazan cualquier idea de restauración»«Ni pesimis­mo, ni resignación»«Juan Pablo II: conservar la herencia del Concilio», etc…

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8. Los frutos del Concilio 〈〈〈〈

〉〉〉〉 10. Algunos datos filosóficos y teológicos de Juan Pablo II

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